Muchas personas coinciden en que no hay dolor más profundo e intenso que el de la pérdida de un hijo. No hay forma de prepararse, de aprender por anticipado… nada. La conección es tan cercana en tantos niveles que la separación implica perder una parte de uno mismo.
Las personas que lo han experimentado en su propia vida lo expresan de distintas formas:
«A uno este dolor nunca se le pasa, uno aprende a vivir con él porque la angustia vuelve y se queda.» (Lucía)
«Caímos en un estado de shock del que casi no salimos; en esa etapa cuesta aceptar; uno se despierta a medianoche preguntándose si de verdad pasó, si en realidad murió», (Manuel)
«En mi interior yo había muerto con él, me habían arrancado de cuajo el corazón y las tripas. Pensaba en el suicidio para que cesara ese sufrimiento constante.» (Michelle)
Sin embargo, la frase que dice que el tiempo cura todas las heridas pareciera ser cierta en parte solamente, ya que muchas personas comentan que el recuerdo de la persona fallecida dura toda la vida.
Para enfrentar esta situación, los especialistas recomiendan expresar el dolor, buscar compañía y pasar por el proceso de duelo, que ayuda a adaptarse mejor a las nuevas situaciones sin el ser querido. En algunos casos esta etapa puede durar unos meses y hasta años, antes de que las personas estén listas a retomar su energía de iniciar proyectos y mirar al frente con deseos de volver adisfrutar la vida.
Cómo ayudar en un duelo
Escuche. Deje a la persona expresar su dolor y preste atención a cómo lo hace.
No cambie de tema. La intención es buena, pero lo mejor es que ellos se sientan libres de expresarse.
Sea sincero. A veces para evitar ofender al deudo, hasta sus amigos editan lo que van a decir y modifican su actuar. Ser sinceros ayuda a mantener abierta la comunicación.
No trate de arreglar la situación. El dolor de las personas ante una pérdida es una parte integral del necesario proceso de duelo. El consejo es acompañar, no intervenir.
No presuponga lìmites de tiempo. Sólo el deudo sabe cuándo ha llegado a su fin su duelo. No trate de imponerle ideas sobre cómo debe terminarlo.
Finalmente, nadie más que la propia persona y la propia familia puede vivir ese proceso. Tan sólo estar ahí, con afecto, ternura y disposición de escuchar y ayudar será un poco de consuelo en esa etapa que poco a poco podrá ser trascendida.
Muchas personas refieren que en algún momento encuentran una comprensión que los lleva a canalizar ese dolor hacia algo positivo en donde su experiencia personal puede ser de ayuda a otros que experimentan algún tipo de pena o necesidad.
«…mi hijo me ha abierto de par en par la puerta para comprender y apaciguar otros sufrimientos.» (Michelle,)
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