¡Que grandes emociones se viven durante las Olimpiadas! Vemos una y otra vez grandes historias donde la voluntad, disciplina y carácter logran vencer todos los obstáculos. Pero… ¿hay algo más? ¿Hay algún ingrediente secreto que logra la diferencia entre no obtener una calificación importante y el obtener una Medalla de Oro?

Sin ser una experta en los deportes, ni específicamente en el futbol soccer, puedo decir que aprecio cuando un equipo tiene ESO, que se necesita para triunfar.

Siendo Mexicana debo confesar que, como muchos de mis compatriotas, siempre había soñado ver al equipo mexicano de futboll soccer ganar un torneo, copa o medalla que hiciera que la bandera de México fuera ondeada con orgullo mientras se entonara el Himno Nacional.

En el pasado, cada vez que el equipo mexicano se aproximaba a una eliminatoria, percibía de parte de los aficionados en general una esperanza, casi desinflada, de que ojalá esta vez, México pasara al menos a una siguiente eliminatoria, pero sin Creer realmente, que podrían llegar más allá.

De unos años para acá, el ver a algunos futbolistas mexicanos sobresalir,  jugando en reconocidos equipos a nivel internacional, comenzó a traer una credibilidad diferente en la audiencia, más fuerte y más cimentada de que realmente existe talento en los mexicanos para ese tan aclamado deporte. El público comenzó a darse cuenta que con un buen entrenamiento y el equipo adecuado, podían ser tan buenos como otras figuras internacionales.

Mi teoría acerca del triunfo Olímpico de la escuadra Mexicana de hace unos días en Londres, es que, el éxito es contagioso. Quiero decir, que si jugadores como Javier Hernandez, Giovanni Do Santos, Guillermo Ochoa, han sido reconocidos por otros países, al regresar a casa y jugar con los colegas mexicanos, ha inyectado una seguridad y creencia en el resto de la Selección Nacional Mexicana.

El desempeño de jugadores exitosos ha contagiado al resto de la selección y a los jóvenes valores que vienen detrás. Con esto, no quiero restar mérito al entrenador Tena, ni al resto del equipo técnico, al contrario. Me parece que ha sido muy bién aprovechado el nuevo estado emocional del equipo, para exigirles más, trabajar más en la técnica, en la estrategia de juego y algo que había costado mucho trabajo en el equipo mexicano: el trabajo en equipo.

Existe un fenómeno sicológico que hace que concluyamos, que si alguien ya tuvo éxito, haciendo lo mismo, cualquier otro puede llegar a ese mismo resultado. Esa creencia se adquiere, se refuerza y es tan importante cuidarla como el estado físico de cada jugador.

Hemos sido testigos de una selección que cada vez ha tenido más aciertos, que ha sabido enfrentar al contrincante con certeza e inteligencia, con pasión y fé. Creer en la propia capacidad de triunfar, es el arma secreta de todo campeón.

Creer en uno mismo, creer en el equipo, creer en la estrategia de trabajo, creer que el resultado es posible, para mí es el gran secreto de este resultado. Es como si al elevar la creencia de un jugador, uno a uno el resto del equipo fueran haciendo propia la convicción de que es posible tener éxito en conjunto.

Al tener un equipo ganador, México entero se ha sentido ganador, ha sentido  entusiasmo,  fé y orgullo. Ahora la pregunta es ¿Cómo llevar estas emociones a todas las otras áreas de nuestro país, a todas las otras profesiones? de tal manera, que la crencia de que «Si se puede» impregne la mente de cada uno de los mexicanos para llevarla a sus distintos entornos familiares, profecionales y de negocios, para crear esa reacción en cadena donde el espíritu de logro de toda una nación se eleve a donde nunca antes se haya visto.

Tomemos este ejemplo y este logro como la mejor prueba de que los Mexicanos tenemos la capacidad de triunfar. Encontremos modelos exitosos en el área en la que nos desenvolvemos: artística, científica, profesional, económica, negocios.  Lleguemos a la conclusión de que «si otro pudo, yo también puedo» y celebremos más allá de la fiesta alrededor del Angel de la Independencia.Llevémos la euforia al nivel de creernos fuertes, independientes y levantemos nuestros brazos y nuestra voz para decir con toda la fuerza de nuestro corazón. «Viva México», «Sí se pudo», «YO TAMBIEN PUEDO»

Tú, ¿que opinas?

Lilia Sixtos